Y allí estaba Yogyakarta

Y luego estaba Yogyakarta

Se construyó un reino y así nació una ciudad: Yogyakarta.

Texto de Sahiri Loing

Editado por Robert Bailey

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El último bastión del reino javanés se encuentra en Yogyakarta. De hecho, el Kraton es el punto focal de la ciudad, y sus orígenes se remontan a la época del sultán Hamengkubuwono Hadiningrat I, el primer rey que estableció el Sultanato y luego se expandió para crear un nuevo centro de civilización conocido más tarde como Yogyakarta. 

 

Kraton Yogyakarta es la mitad del Reino de Mataram que se dividió según el Acuerdo de Giyanti durante la ocupación holandesa en 1755.

El Acuerdo de Giyanti dividió efectivamente el Sultanato de Mataram en dos entidades separadas, creando las dos cortes reales principales que continúan existiendo hasta el día de hoy: el Sultanato de Surakarta (ahora conocido simplemente como Solo) y el Sultanato de Yogyakarta. Esta división tenía como objetivo traer estabilidad y evitar más conflictos por el trono. Avanzamos rápidamente hasta el siglo XXI.calle siglo, y las viejas costumbres aún reinan supremas en los pasillos del Kraton.  

 

Un aspecto fascinante del Kraton es la meticulosa consideración que se da a cada diseño y característica arquitectónica, que se extiende a la cuidadosa selección de la vegetación plantada en sus alrededores. 

 

Tres sitios venerados son ampliamente percibidos como el punto de desarrollo; cada uno tiene un significado simbólico especial relacionado con la cosmovisión javanesa: el Kraton, el Monte Merapi y el Mar del Sur, que se ubican en una línea recta.

Sin embargo, en realidad, esta alineación es puramente simbólica. Al igual que en Bali, la montaña y el mar se consideran lugares sagrados, siendo el mar del sur el hogar de la mística Nyi Roro Kidul, la Reina de los Mares del Sur. 

 

Los sitios se encuentran en una línea de sur a norte entre Kraton, Tugu Golong Gilig y Panggung Krapyak. Juntos representan el ciclo de vida de una persona, comenzando por Panggung Krapyak al norte, que representa el nacimiento o el útero, y el monumento de Golong Gilig al sur, que significa la unidad con Dios.  

 

Como señaló un residente, hoy la ciudad puede no ser tan tranquila como antes, pero el encanto sigue vigente. Solo hay que saber dónde mirar. Cada edificio, cada árbol y cada flor representa algo, y cada dirección apunta a un lugar significativo. Entonces, ¿hacia dónde quieres ir? Yogyakarta

 

 

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