Sumatra Occidental, Indonesia, es el hogar del matriarcado Minangkabau.
Los Minangkabau son la cultura matriarcal más grande del mundo y viven de acuerdo con el Adat, la ley maternal de la naturaleza.
La historia del pueblo Minangkabau se remonta mucho tiempo atrás
La tradición local sitúa el origen del mundo Minangkabau en las tierras altas de Sumatra occidental, una zona de impresionante belleza natural. Aquí se encuentra el monte Merapi, el enigmático volcán que suele estar oculto entre las nubes. Se supone que los antepasados de los Minangkabau descendieron de allí hace mucho tiempo.
Cuando el Islam llegó a nosotros hace 600 años, hicimos un pacto que decía que nuestro Adat, las leyes no escritas de nuestro estilo de vida matriarcal tradicional y las reglas de la religión islámica, debían reconocerse por igual y serían eternamente válidas.
Yelfia dijo: “Una de las antiguas historias que contaba mi bisabuela, y su madre y abuela antes que ella, dice: El Adat bajó de las montañas y el Islam subió de la costa”.
El Adat es antiguo y siempre lo será; es parte de nuestra ley natural, el principio que existía antes de todo lo demás.
“Cuando nada existía, el universo no existía.
Ni la tierra ni el cielo existían
“Adat ya existía.”
Las casas, los patios y las tierras de cultivo están en manos de las mujeres Minangkabau.
Hola, mi nombre es Yelfia Susanti. Tengo 37 años.
Mi familia matrilineal es parte del clan Koto Piliang de unas 200 personas, y la casa de mi familia “Rumah Gadang” está ubicada en la provincia indonesia de Sumatra Occidental, en Payakumbuh.
Somos el pueblo Minangkabau. Somos la sociedad matriarcal más grande del mundo y vivimos según el Adat, o ley natural.
Nuestra costumbre es que las mujeres asuman la responsabilidad y administren los bienes comunales en beneficio de todos los miembros del clan. Esto se aplica a los negocios, las casas y las tierras.
Los arrozales y graneros de mi familia están un poco más lejos. Nos ganamos la vida comerciando principalmente con huevos, pollos y pienso. En nuestra casa todo gira en torno al huevo. Incluso mis dos hijas están familiarizadas con todo tipo de huevos. Mi hermano Hendra cuida de las singulares gallinas. Los huevos de estas gallinas son necesarios para la producción de medicamentos.
Mi madre planifica y organiza todo. La madre de mi madre, mi abuela, siempre se asegura de que se consuman todas las sobras de comida, y la madre de mi abuela rara vez se enfada, pero disfruta de una buena risa. En esta casa vivimos cinco generaciones juntas. Para nosotros, los Minang, esto no es nada fuera de lo normal.
Los hombres ayudan a organizar y gestionar, y juegan con sus hijos.
Mi marido se llama Ronnie. Como es tradición entre nosotros, se mudó a la casa de mi madre porque, después del matrimonio, los maridos se mudan al clan de sus esposas y contribuyen con su trabajo. Los hombres siguen siendo miembros del clan en el que nacieron y, de esta manera, se benefician de la riqueza de su clan materno durante toda su vida.
Ronnie contribuye a nuestro clan con su trabajo. Todos los miércoles y sábados, Ronnie y su ayudante entregan huevos no solo de nosotros, sino también de otras granjas. Ronnie viaja cientos de kilómetros por todo el país y pasa la noche al aire libre, y Ronnie lleva un registro de todas las entregas y el dinero en un cuaderno.
Cuando Ronnie regresa a casa de su viaje, cae en un profundo sueño. Sin embargo, se acuesta con nuestros hijos, a quienes les encanta dormir en el suelo. En nuestro clan, un marido cuida de los niños como un amigo y no tiene autoridad sobre ellos. Las mujeres del clan, junto con sus hermanos, están a cargo de la custodia de los niños.
Trabajo como profesora de secundaria en una escuela islámica, enseñando alemán.
La educación es vital para nosotros, especialmente para las mujeres que son las que sustentan el hogar.
Vivir en un país extranjero es parte de nuestra educación Minang. Lo llamamos rantau, que significa “cruzar el río”.
Lo que aprendemos en el extranjero lo traemos a nuestra patria. El 80% de los profesores universitarios son mujeres.
Julo-Julo es un juego que jugamos en nuestro clan.
Contamos con un fondo común, del que todos hacemos aportes periódicos para utilizarlo específicamente para nuestras ceremonias de Adat. De esta manera, nos mantenemos independientes de los bancos.
Además, a los Minangkabau nos gusta estar en compañía de personas mayores; su presencia es beneficiosa. Incluso los bebés no nacidos se sienten atraídos por las bendiciones de los Ancianos y los Sabios.
Bundo Kanduang y Datuak Pengulu son los representantes de nuestro clan.
Bundo Kanduang es la madre real de nuestra cultura, como aprendimos de los antiguos. “Adat gobierna su reino”, la ley no escrita expresada en nuestras costumbres maternales de crianza. Toda mujer es considerada como Bundo Kanduang. A medida que envejece, se parecerá mucho a ella y la apreciará más.
En una casa del Klan siempre debe haber un líder. Nuestro Datuak Pengulu es el portavoz del clan y hermano del Bundo Kanduang. Durante una ceremonia, viste una túnica tradicional. El sombrero de tres picos representa a las tres mujeres a las que pertenece un hombre: su madre, su hermana y su esposa.
Nosotros los Minangkabau honramos la palma de coco
La palma de coco irradia mucha libertad y tiene un valor simbólico importante. Nos esforzamos por ser lo más bellas posible. el cocotero que nos da sus hojas para los techos, su madera para las casas y sus frutos para nutrirnos.
Esta planta se dispersa de diversas maneras hacia los demás. Este árbol es también la imagen que tenemos de una buena persona.
Este artículo fue inspirado y posible gracias a:
Uschi Madeisky, Dagmar Margotsdotter & Yelfia Susanti
Fotos de Yelfia Susanti, Uscha Madeisky, Ozzuboy y Oliver Sjoestroem
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